Sunday, May 28, 2006

Lecciones de mi perro

Mi perro es un ser sabio y prudente y cada día que lo observo extraigo de su comportamiento alguna que otra lección.

Ahí va la de hoy :

Íbamos Costas y yo tan contentos por la calle cuando de repente y de un salto aterrizó delante de nosotros Sylvester, obstruyendo nuestro camino.

Sylvester es lo que su nombre indica : el gato macarra de la vecina que llegó a la vecindad un año después de que Costas lo hiciera. Y todos sabemos muy bien que un año humano equivale a ,más o menos ,cuatro perrunos, así que imaginaos el shock que se llevó Costas. Porque , claro, una cosa es monopolizar la atención y el cariño de los humanos que te rodean y otra es tener que compartirlos con un...gato! Y cuando el gato con el que tienes que compartir todo eso encima es gato posesivo, chulo y hasta, en algunas ocaciones, grosero e indiscreto la cosa ya se vuelve insoportable.

Costas las pasó putas durante un tiempo y, con él, nosotros también. Sylvester no perdía la oportunidad de tocarle los cojones...Cuando sabía que Costas estaba atado, paseaba tan ancho delante de él en nuestro jardín, disfrutando de cómo el pobre perrito ladraba y lloriqueaba histéricamente mientras que él bebía o comía de sus cacharros. Fuimos testigos de las exaltaciones de celos de Costas y de sus escapadas vengativas (íba a casa de Sylvester y le comía el Whiskas) y creíamos , ya desesperados, que eso iba a ser la historia de nunca acabar . Hasta que un día Costas nos mostró equivocados : estaba él en su puesto habitual, esta vez suelto, disfrutando de la brisa cuando apareció Sylvester y , delante de sus propios ojos, empezó a comerle el pienso. Por un instante Costas pensó atacar pero luego... dió la vuelta y siguió disfrutando de la brisa.

Mi padre que estaba en la terraza y presenció el insidente llegó a la conclusión de que Costas es un cobardica tontito! Yo, en aquel instante pensé que mi perro era un superperro, superior que muchos humanos (servidora incluída) que había encontrado el sentido de la vida mucho antes que yo. Porque lo que en realidad fortalece y reconforta no es atacar al gato cuando la oportunidad se da ,sino pasar de él como si no existiera. Ser sabio y no resabiado...

Hoy, una vez más he admirado cómo Costas, ante la vista de Sylvester, se ha desviado ligeramente, para luego retomar su itineraria como si nada... Qué sabio es mi perro!

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